lunes, 4 de octubre de 2010

LA CARRETERA – EL LOBO DESCONFIADO Y SU CACHORRO

Portada de la edición de bolsillo; su
tono ya orienta sobre el contenido
Cuando realmente adviertes lo grandiosa que es La carretera es tras ventilarte, como un trago de cerveza caliente, MENSAJERO DEL FUTURO (THE POSTMAN). Allí está el acomodado “cartero” haciéndose un té en lo alto del risco deplorando lo que el viento se llevó mientras el protagonista de La carretera tira con su tuberculosis, el carrito y el niño por un crepúsculo perpetuo, en una atmósfera del todo/completamente depresiva, que acentúa el frío de un aparente Invierno Nuclear destinado a no acabar jamás (aunque, si no la leí mal, no está definido en verdad que ese mundo surja de una guerra atómica. Se habla de un destello, pero nunca se hace referencia a envenenamiento o estragos/secuelas por radiaciones). Es un hombre común y corriente obligado a exponer sus peores mañas con tal de llegar a mañana, procurando empero que su hijo posea bases morales y educativas sólidas que lo eleven sobre el bestialismo imperante en su “sociedad”, que va ofreciéndoles horripilantes ejemplos de su “degradación” según avanzan por el desolado paisaje ceniciento rumbo al Sur, donde quizás aún brille el sol y puedan verse parches celestes en el alto cielo oreado por todos los vientos. El Norte está cada vez más gélido y oscuro; es como la mortaja que se desliza cubriendo el planeta.
Fotograma de la película (aún por ver). Con detalle
que encuentro revelador

Este sombrío mundo está tan agotado que ya ni los SALVAJES DE LA AUTOPISTA ruedan (aunque en algunos pasajes se insinúe que existen); todo se acaba, sin remedio.
Lo primero que llama la atención de La carretera es el estilo como CORMACK MCCARTHY relata su parábola: está a un centímetro de la novela negra convulsiva de JAMES ELLROY. Hay ciertos momentos de claro noir que ha resuelto con éxito, cosa que DAVID BRIN (ese tío tiene que ser trekkie, fijo) los eludió de todas las formas posibles. Mientras que el cartero de Brin, tespiano de los páramos desolados (¡cómo me recuerda al CLIFF CLAVIN de CHEERS!), temía tener que hacer, el padre de esta novela ataca, se guarda los complejos y supera la situación aunque luego sufra toda una ordalía de remordimientos y preocupaciones que oculta al hijo, obsesionado con saber si, pese a todo, ellos “siguen siendo de los buenos”. Tiene fuerza esta frase. Se repite sin cesar, convertida en un mantra al que se aferran ambos con desesperación porque a veces los actos que se ven obligados a cometer no son dignos de “los buenos”.
Afiche de El lobo solitario y su
cachorro, que se apiolaron a medio
Japón. Al loro: ¡el carrito!
(La presencia del niño en la obra es la del poso de bondad restante en el padre; ¿acaso no es el niño quien implora por la vida del ladrón manco o el viejo? Resueltamente, el padre los condenaba, y apenas sin sentir remordimientos.)
Lo segundo es lo intensamente deprimente que es la historia. Ya en la primera página intuyes el fin, y aún así, cuando llega, te sorprende y te preguntas qué ocurrirá ahora. No, no se permiten concesiones “burguesas” en ninguna de estas hojas. América está tan liquidada como el resto del planeta y no hay forma de salir del atolladero esta vez. Quizás, cuanto leemos son las boqueadas de un mundo que no tardará tanto en perecer.
The Last American; cuatro números
para hacerte pensar. Bueno de verdad.
 Lo tercero que atrajo mi atención es el detalle del carrito (copiado en EL LIBRO DE ELI, pero ¿qué no han copiado en esa película?). Apenas lo leí ‘soldé la conexión’ con el manga EL LOBO SOLITARIO Y SU CACHORRO de KAZUO KOIKE y GOSEKI KOJIMA. Es casi su traslación, aunque el carrito del supermercado no vaya blindado ni sea una panoplia sobre ruedas. Y fijo que, alguna vez, sirvió para llevar al niño mientras el padre avanzaba por la devastación gradualmente más sombría. Ignoro si McCarthy ha leído o no ese manga (o si ha visto o no las películas), pero el detalle induce la sospecha. Todo aquél que haya leído el manga (o visto las películas) no va a tardar un segundo en verle el parecido.
(Maliciosamente me pregunto si los lectores que con gran entusiasmo han galardonado La carretera han reparado en el detalle; si alguno ahora mismo no está echándose las manos a la cabeza aullando: ¿que La carretera tiene una referencia (aun causal, aun oscura) a un tebeo? ¡Un tebeo! ¡¡Qué osadía!! ¡¡¡No mezclemos bastardadas con los grandes hitos, por favor!!! El desprecio a la historieta en este país está tan incrustado en la mentalidad del colectivo que mentarla siquiera ya basta para forzar el anatema.)
Pues, sí: lo del carrito viene de ahí (digo yo)… aparte de que sea la forma más lógica y práctica de transportar un puñado de pertenencias por la ruta al Sur

The Punisher: El Fin. Otra obra sin
concesiones y muy recomendable,
como demostré en la reseña  
El ambiente general de la obra (sombría, desesperanzada y desesperada, deprimente) cala hondamente, no deja indiferente. En esto ayuda mucho también que su ilación no esté ‘interrumpida’ por la parcelación en capítulos. Esta no es la única novela que procede así (PAZ INTERMINABLE, por ejemplo, sigue el esquema) pero, en este caso, no sé, concentra más el agudo drama que padecen estos supervivientes a la acción de la Máquina del Juicio Final, como CARL SAGAN definió al Invierno Nuclear.

La carretera también me recuerda a otro tebeo (mucho me estoy yo columpiando en este post con el tema): THE LAST AMERICAN. Su atmósfera es muy, muy parecida.
Tengo pendiente ver su adaptación cinematográfica, pero los avances emitidos parece que faltan a la esencia de la obra; igual, al final, también hay una estatua de un cartero-en-corcel cuan PROMETEO regenerador. Flaco favor que le harían a un relato crudo y sin concesiones, que acaso busca explorar los límites de la violencia, la caridad, la compasión y el amor paterno-filial en el día más frío y en penumbras del Infierno.
Vuestro Scriptor.

RESEÑAS VINCULADAS:

THE LAST AMERICAN - TEBEOSFERA 20071221
www.tebeosfera.com/documentos/documentos/el_fin_-_punisher_cosas_que_hacer_moribundo_en_ny-ny.html