martes, 2 de agosto de 2011

LA GUERRA DE LOS MUNDOS – NADIE HUBIERA CREÍDO…

Cubierta con ilustración de época; la
conmoción que barría una sociedad
escrupulosa y victoriana, inmutable
Se considera esta revolucionaria novela de H.G. WELLS un activo documento en contra del imperialismo británico. Y contiene numerosas observaciones que pueden sustentar esta apreciación. Un convencido humanista como Wells toca la fibra sensible de su Sociedad con un relato fantasioso que desmitifica el supuesto estatus del Hombre como Señor Absoluto de la Creación. En él, no es el rey de la pirámide trófica, sino otro de los alimentos de la base.
Desvela que toda la aparatosa farfolla de sus usos y costumbres, el oropel de sus obras y logros de ingeniería, no son más complejos y fútiles que un nido de cigüeñas o las presas de los castores para esas inteligencias, vastas y frías, que caracterizan a los marcianos. El trago es duro de asimilar para el Hombre. Todo un conjunto de certezas inviolables se descubren inmateriales apenas se avista un trípode. La ‘ruina del mundo’ procede de una bocanada del humo negro con el que los extraterrestres grises liquidaban a los artilleros emboscados tras setos y bosques, eliminando así el peligro de aniquilarlos con una sorpresiva salva.
 Un H.G. WELLS (¡aclamad al autor!) muy
alejado de aquellos primeros tiempos de la
tuberculosis y las privaciones decimonónicas
Personalmente no creo que La guerra de los mundos sea tal alegato, pese a reconocer esas evidencias que lo afirman. Pienso que Wells efectuó una analogía sobre los pujantes movimientos sociales de izquierda. Ya en LA MÁQUINA DEL TIEMPO ‘trabajó’ en una hipótesis del “mundo futuro” regido por un comunismo idealizado que disfrutaban los ELOIS, sin mente ni memoria, fracaso depurado de la Utopía. ¿Por qué habría de abandonar los escenarios de convulsión social?
A tenor del año de su aparición, 1898 (catastrófico para nosotros, víctimas de nuestra propia y real guerra de los mundos), Europa era un hervidero de movimientos sociales que reclamaban reformas fundamentales a las estructuras, casi feudales aún, y el modo como se trataba a los trabajadores entonces. Los Poderes consumían bastante energía empeñados en mantener la separación de clases en pleno vigor, pese a la burguesía. La guerra por los derechos sociales estaba en marcha. Pero tardaría en dar los frutos que nos esquilman hoy día.
Pese a que la posibilidad de vida en Marte era
 remotísima... ¡ellos han llegado! (pintura GEOFF TAYLOR)
La guerra de los mundos relata el pánico que acomete a las acomodadas e inmovilistas clases altas agredidas por unos invasores (los marcianos son trasunto de los “rojos”; ¿no proceden de Marte, el planeta rojo?), movidos por un desesperado afán de supervivencia que les hace implacables. Devastan un mundo de seguridades inmutables y perpetuas.
Y son así de grandiosos. Ante las obras
humanas, ¿qué compasión demostrarán?
(Boceto Geoff Taylor)
De forma constante, Wells se refiere a esto, a la pérdida de una sensación de seguridad y riquezas. Toma por tan de sorpresa a una Sociedad, rígida en exceso, que, a la menor presión, pierde coherencia (ejemplo: el éxodo de Londres). Se desmorona ante los marcianos (el movimiento social) porque poseen armas mejores, de HI/TECH para la época. El rayo calórico, los trípodes, el humo negro, el aparato volador, son analogías vanguardistas de los Cambios que el Pueblo exige a una nobleza enmohecida en la molicie de los sagrados (y feudales) preceptos de su inmemorial linaje.
Y aunque al final los marcianos son derrotados (pero no por arma humana), su profundo impacto en la Sociedad la obliga a reformarse. Sobre todo en el libro primero, LA LLEGADA DE LOS MARCIANOS, Wells escribe a veces cosas como “en aquellos tiempos”, o “no se podría imaginar hoy día”, evidencia de que el mundo postguerra de los mundos es más espartano, más ajustado, un planeta gris timorato con las estrellas.
Pese a todo, el destructor THUNDERCHILD aportará un
rasgo de épica de  la ya aparente derrotada Humanidad
(pintura Geoff Taylor)
Y conforme a una especulación como esta, las figuras del CURA y EL ARTILLERO, que se establecen como tipos de cierta idiosincrasia inglesa, también cambian. Adquieren otra distinta dimensión.
Wells, agnóstico en el mejor de los casos, muestra al cura como un apéndice mórbido de un estamento encargado de bendecir los excesos de los acomodados porque éstos, a cambio, le brindan apoyo y permanencia.
El cura es sigul de una Iglesia que apenas se compadece de los pobres. (Recordemos que el cura lamenta profundamente la pérdida material de su parroquia, pero no tiene una sola sílaba para las víctimas del rayo calórico, por ejemplo.)
Cubierta de la versión musical (de Geoff Taylor, otra vez)
que efectuaron en 1979 los MOODIE BLUES sobre la
novela de su compatriota, Wells. Espectacular. Honrosa
El artillero caracteriza al obrero desbocado; aunque fabianista, Wells también era crítico con este movimiento social; intuía en él juego sucio (sin embargo, le embaucó STALIN; cuando arreciaron las críticas contra su comunismo de gulags y ejecuciones masivas, le mostró unos koljóses idealizados donde todo funcionaba como establecía la ‘feliz’ dictadura de los trabajadores, y Wells aprobó su política. Denostó a los críticos. -Para eso, pudo ir a Hollywood y ver los sets de LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ. Allí no había trampa ni cartón, pese a ser todo exactamente eso-).
¡Y el tebeo, que no se nos olvide!
KILLRAVEN, otro pastiche ROY
THOMAS para gloria de MARVEL
El artillero, hombre rudo, de pronto ve la estampida de Ricos y Burgueses como una oportunidad de oro para reemplazarlos. Delinea un brave new world que él manda, digno de LICURGO; los débiles y sensibles, ¡al cadalso marciano! (El “socialismo” que hoy día nos gobierna ha sacrificado sin escrúpulos a los obreros y ciertas conquistas sociales cuidando, eso sí, a los Ricos, pese a que lanza algunas soflamas calenturientas y hueras en su contra, pero sólo para cubrir su “cuota sindical”). Enseguida el narrador, el propio Wells (quien nos habla de su carnicero, el estanquero, el jardinero, como si los conociéramos de siempre), se percata, una vez deja de deslumbrarle el oropel de los vigorosos planes de acción del artillero, de la ilógica insustancial que todos contienen... vivo reflejo de algunas “políticas” que nos han tocado vivir.
La actualización del "mito" setentero
por ALAN DAVIS y MARK FARMER.
Me gustaría trabajar en esta licencia
El mundo, desvelado como una tiránica lucha de clases implacable, deja al desnudo y desamparado ciudadano medio, encarnado por Wells, sin más opciones que confiar en un Poder Superior, esperando alguna caridad de Su parte, y Dios aniquila a los marcianos valiéndose de las bacterias. En resumen: cuando te veas acorralado, mejor espera algún socorro de la Providencia.
Wells, por cierto, se contradice con las fechas en que sucede la invasión, matizada por distintos momentos críticos que encadena con espectaculares ocasos o amaneceres. (Estos detalles tienen gran trascendencia en el relato.) Las oposiciones que menciona corresponden a las de 1894 y 1896, que despertaron el gran interés popular por Marte. La de 1898, la de la novela, acercó excepcionalmente al planeta rojo a la Tierra. Y fue en el verano bajo ésta en que se produjo la guerra de los mundos que lo cambió todo.
Vuestro Scriptor.