martes, 13 de septiembre de 2011

INTERFACE – TODOS PAGARÁN

Reverso de la novela; la potente
cubierta es de ÓSCAR CHICHONI
(como para no comprar el libro con
semejante dibujo)
Como opinión subjetiva, considero que para “engancharse” al género noir, el distópico por excelencia, esta novela de JOSEPH N. GORES es idónea. Lo logra a través de una serie de elementos contumaces presentes en párrafos y diálogos de gran fuerza; son esa “piedra dentro del verbo” a la que aludía DONALD WESTLAKE en THE HUNTER y con la que “agredir” al lector para aturdirlo y, en vez de alejarlo, extrañamente querer ir a por la siguiente andanada. Por supuesto, JAMES ELLROY ha aportado al género y la literatura indiscutibles cañonazos, pero en una época en que este autor no estaba en boga, Gores ya sacudía el escenario con una obra que preconizaba las suyas.
Como segunda opinión personal, creo que QUENTIN TARANTINO debió adaptar mejor Interface que JACKIE BROWN (ELMORE LEONARD no tiene la “pedrada en el verbo”), pero sobre gustos no hay nada escrito.
Interface aparenta relatar, fiel al canon, una investigación pero realmente nos desgrana una venganza de amplio alcance. El arma elegida para iniciarla es una jeringa llena de caballo al noventa y cinco por ciento de pureza. Tras la sobredosis, como una cascada de fichas de dominó, van cayendo todos los objetivos seleccionados para sufrir la vendetta urdida y protagonizada por una prostituta yonqui, ROBIN, degradado espectro de la privilegiada hija del millonario MAXWELL STAYTON, un implacable luchador hecho a sí mismo que careció de escrúpulos en el ascenso al poder que goza.
JOSEPH N. GORES, ante un fondo de San Francisco,
supongo. Fallecido en este año, 2011

ROBERTA Stayton, Robin, el tenebroso residuo de la autodestrucción orgánica, moral y mental que produce la adicción a la droga, fue una consentida ‘hija de papá’ que carga, sin embargo, con el estigma de nacer mujer, pues su padre deseó un primogénito varón que liderase, con su poderoso pulso heredado, las industrias que creó o aglutinó bajo el puño de su firma. Sabiéndose consentida, tolerada, no amada, por su padre, Roberta se entregó a la disipación y los escándalos (que el dinero Stayton tapaba de un modo y otro; una de las fórmulas es el “protagonista” de Interface: el tenaz detective privado NEIL FARGO); le hirió casándose con un indeseable que Stayton alejó a golpe de talonario, con el mismo inexorable carácter como a Roberta le quitó su hijo, que espera Maxwell remodelar como el vástago que la genética le negó, cosa que con aspereza Fargo le recrimina.
Una portada foránea de esta novela, una
reedición, a sospechar
Robin hace pagar todo esto a Stayton suicidándose con el pico que le suministra, según han planeado ambos, DOCKER, brumoso y bronco sujeto, vet de Vietnam, propenso a la violencia, que quizás tenga los sesos volados por culpa de la metadona. Aunque tanto Docker como Fargo siempre han procurado el bien de Roberta (el detective “opositó” a pretendiente de la heredera, pero al ser un “plebeyo” se “desautorizó” el enlace), Robin también les inflige daño, salpicándolos con su venganza.
Docker amaba a Robin, a la que, presuntamente, conoció en Méjico mientras Roberta se desenganchaba de la marihuana. El suyo es un análogo del amor apasionado de ROMEO y JULIETA, actualizado por destructivas identidades (pues Docker, como Robin, es un disfraz; ambos alter egos de personas muy distintas) que escenifican su romance en los más míseros escenarios de un San Francisco poco grato que Gores nos retrata al conocerlo bastante bien, pues, como DASHIELL HAMMETT, fue investigador privado él también.
Afiche de HAMMETT, con guión de
Gores y dirección de WIN WENDERS,
tributo del primero al otro escritor
Su labor sin duda lo condujo con frecuencia a los lugares que tanto Docker como Fargo pisan, uno tratando de atraer a los sicarios de los objetivos más directos de la venganza de Robin, el otro tratando de dar con su paradero.
Quien enganchó a Roberta a la heroína fue ALEX KOLINSKY, ex chofer de Stayton, y con quien, para sulfurar a su padre, la heredera “coqueteó”. Por esto, fue despedido y la mejor manera de retribuirse que encuentra Kolinsky es transformar a Roberta en una puta yonqui que lloriquea y se rebaja, ávida por obtener su siguiente dosis de él.
Pero Kolinsky es sólo “músculo”; a los mandos está el atusado WALTER HARISS, un ladino y calculador sujeto que tiene grandes planes para el futuro y en los que Roberta Stayton juega un papel fundamental.
Pero mientras que Kolinsky es un elemento criminal cuya naturaleza lo impulsa a ser así, Hariss es aún más perverso que su socio. Se muestra hombre acomodado, moral, decente, responsable padre de familia que abomina de las drogas y trata de alejar a su hija de su maligna influencia. Empero trafica con estupefacientes y no ve en absoluto malvado ni aborrecible que Kolinsky destruya a Roberta Stayton con la heroína. Kolinsky podría llegar a actuar por un impulso natural e impremeditado, mas Hariss lo ha reflexionado a fondo y sangre fría.
Cartel de A QUEMARROPA; el protagonista, PARKER,
ha servido de patrón para NEIL FARGO y DOCKER; esta
novela de DON WESTLAKE influyó las de Gores
Para Hariss, Roberta facilitará su tráfico de drogas pues utilizará las empresas Stayton para pasarla sin problemas, chantajeando a Maxwell con su hija.
En algún momento de lucidez extraordinaria, Roberta, Robin, atisba qué abismo habita. Destruyéndose, lo abandonará y atacará con éxito a los que son culpables, o así los considera, de su situación: a su padre, por el desdén, a Kolinsky y Hariss, por la profanación de su persona. Pero ¿y Fargo y Docker? ¿Qué pagan ellos? ¿Haber carecido de redaños en su momento, desafiando las trabas, amándola pese a todo?
Gores no disimula su fascinación por The hunter y su protagonista, PARKER, y trabaja a estos hombres como émulos del ladrón. Entre medio, Gores intercala a la secretaria de Fargo, PAMELA GADNER, como un destello de inocencia que brilla en el oscuro fango de esta sórdida trama. Pero su “pureza” es malograda por GUS RIZZATO, chófer de Hariss, elemento con fama de desollador. La reacción de Fargo, expeditivo, sitúa al importador y su empleado al borde del desastre, aunque es Docker quien al fin liquida al “desollador”.
SAN ISAAC ASIMOV con hierático semblante judicial; a
vueltas con lo de siempre: su obra en absoluto me ha
influenciado, cuando debería ser así, pero la de Gores
ha constituido un valioso hallazgo de formación
La presencia policial tiene un fin accesorio en Interface, mostrándose el detective VINCE WYLLIE aun abyecto con el Poder (Stayton), dispuesto a corromper las leyes que juró defender para complacer al industrial. Es, finalmente, como una desabrida constatación de cómo funciona nuestro mundo en realidad. Si lo manda el dinero, todos obedecemos. Nos guste o no.
Vuestro Scriptor.
Documentación adjunta: