viernes, 13 de enero de 2012

THE TIME MACHINE – LOS MORLOCKS SALTARINES

Afiche foráneo de marcado sesgo
aventurero. A destacar, la relación
pseudopaternal con el chaval ELOI
La calidad del homenaje que SIMON WELLS hace a la obra que abrió la puerta del éxito a su abuelo, H.G. WELLS, es aceptable. Puede verse este filme, amable y blanco, con cierta regularidad sin llegar a sentir una sensación de estrago o hastío, aunque es cierto que no ofrece un espectáculo tan vehemente que deje al espectador boquiabierto. A lo más que ha aspirado era a brindar una sobremesa de calidad. Esto por sí constituye un logro. Otras obras, más jactanciosas, por una u otra causa, ni lo consiguen.
Sin embargo, nos permite apreciar que, al parecer, la idiosincrasia americana juzga que al héroe debe pasarle una tragedia Nivel MAX para motivarlo a vivir una gran GRAN aventura. Si en la versión filmada de GEORGE PAL, ROD TAYLOR viaja a 802.701 motu proprio/por curiosidad, aterrizando en ese Remoto Futuro por accidente, en la ‘revisión’ de Simon Wells, al protagonista, ALEXANDER HARTDEGEN (GUY PIERCE) deben matarle a la prometida, EMMA (SIENNA GUILLORY) para que decida obrar, en su caso, un milagro: evitar la muerte de ella.
Expresión de romance un momento antes de la tragedia:
ALEXANDER HARTDEGEN (GUY PIERCE) pide la
mano de su novia, EMMA (SIENNA GUILLORY)
Esto, claro, crearía una línea espaciotemporal divergente; la Historia ocurriría de otro modo, los acontecimientos se deslizarían por distintos carriles; es mucha/considerable/cuantiosa cantidad de energía desplazándose, modificándose, alterando… ¡uf! No. Así que la Oscura Sabiduría Cósmica (o Dios, si lo preferís) estableció una pauta irreversible. Emma debe morir, y planifica las cosas de modo que ella fallezca, y el Orden quede, por tanto, asegurado.
FRIZT LEIBER ya avanzó esta Norma inmutable en INTENTAR CAMBIAR EL PASADO, y parece que el guionista, JOHN LOGAN, tuvo presente este cuento para proporcionar sustancia a la película.
DAVID PHILBY (MARK ADDY) no ve con la misma
amplitud de miras que Hartdegen el mundo circundante
Otra cosa en que varía, aparte del nombre del protagonista, es en su nacionalidad. Éste es un científico/profesor norteamericano esperanzado en que 1900, albor del siglo XX, alumbre una Tecnocracia Benéfica que avance el progreso humano, arrancándolo de la fatal rutina que él siente ahoga al mundo, y más, el entorno académico que le rodea. No es un sofisticado burgués, como el VIAJERO A TRAVÉS DEL TIEMPO de la novela, imagen que encarna Taylor en EL TIEMPO EN SUS MANOS, un hombre frustrado por la cortedad de miras de sus semejantes y amigos y abrumado por la impresión de que la Ciencia sirve únicamente para crear máquinas más letales cada vez y así exterminar a la raza humana más deprisa. Hartdegen es un inventor despistado, con buenas rentas, que le permiten construir el portento que supone la Máquina del Tiempo.
Hartdegen dispuesto a tripular su
Máquina del Tiempo, para atravesar
las eras en pos de respuestas
Supongo que en algún momento hallaría irónico que fuesen máquinas las que matasen a Emma, como suerte de castigo divino por su fáustica adoración al maquinismo emergente de su época.
Teniendo presente que La Máquina del Tiempo es una novela que H.G. Wells impregnó de admonición y profecía, distopía sobre un cruel futuro para las razas separadas de la Humanidad, y no un relato de acción, Logan siembra de necesario moderno espectáculo la cinta para rasguñar nuestra encallecida piel. Y, a juego, el diseño de la nueva Máquina del Tiempo (apenas un bosquejo en el relato, cruce de bañera/sillón-favorito-de-lecturas en la película de Pal) se beneficia de los FX por computadora que combinan con acierto con los agradables destellos del bronce y el latón de una robusta manufactura steampunk, dándole consistencia, solidez.
La trama obliga a Hartdegen a resolver el misterio de por qué es irrevocable la Historia, e intuye (tampoco tiene otro camino) que en el Futuro está la respuesta. El optimismo de H.G. Wells de que la Cultura y la Educación vencerían los atavismos fatales que malogran nuestra especie, haciéndonos mejores por fin, está patente en esta decisión.
Lo que finalmente encuentra abate a Hartdegen. Este es el 
dominio que aún controla VOX (ORLANDO JONES), el
despojo de las vastas bibliotecas del ayer
Mas el Futuro le ofrece un puñado de desasosegantes visiones. Hará accidentalmente un amigo, el compubibliotecario que encarna ORLANDO JONES, un rostro familiar que le ilustrará de la tragedia humana en 802.701. Y como deben darnos un espectáculo que nos electrice, ya dije, en esta ocasión han decidido destruir la Luna.
Esto constituye una pavorosa catástrofe para la Tierra. Sin la Luna, los días durarían seis horas, y el planeta giraría tan deprisa que los vientos huracanados quizás impedirían la vida en la superficie. Es seguro que un satélite tan mermado como el que aparece en la cinta no tendría la suficiente masa como para mantener el almanaque tal como lo conocemos. Ese manso mundo ELOI que Hartdegen acaba conociendo, tribal y ribereño, sembrado de mestizos, sería bastante hostil.
La verdad es que esta careta no asusta demasiado; esto no
se lo han currado. Pero SIMON WELLS ha tratado de dar
"otro aire" a los Morlocks preconizados por su abuelo,
H.G. WELLS, bestializándolos
En este filme, y creo que a tenor de LAS NAVES DEL TIEMPO, de STEPHEN BAXTER, los Morlocks adquieren relieve, o, al menos, JEREMY IRONS intenta dárselo, mostrándose como un arrogante caudillo cuyo cerebro, expandido hacia la espalda (¡menos mal, un rasgo de originalidad!; no lo hicieron el ente macrocéfalo usual), tiene potencia suficiente para controlar los más bestiales miembros de su raza, así como manipular las mentes Elois y agitar el sueño de Hartdegen.
Hartdegen y una valiosa amistad del futuro, MARA
(SAMANTHA MUMBA), la Eloi que calla algunos terribles
secretos que aquejan a su mestiza y pacífica raza
El UBER Morlock es grandemente generoso con Hartdegen. (Pudo matarlo, mas le deja vivo.) Le proporciona la respuesta que andaba buscando, mostrándole cómo sería su vida junto a Emma, pacífica y próspera, tanto que desactivaría su deseo de construir la Máquina del Tiempo. Pero, en verdad, lo que Hartdegen busca es saber por qué el ayer no puede ser cambiado. Quién lo estableció. Con qué fin. Eso, queda irresoluto.
Uber Morlock tiene auténtica prisa por despachar a Hartdegen de su predio. Aun le ofrece la Máquina del Tiempo para que regrese al ayer. Tan malo no debía ser, por tanto, pues, conociendo la situación, Hartdegen retornaría a 802.701 pertrechado para tratar de modificar este mundo caníbal (en eso, el Morlock no pensó). Lo hace porque ve en Hartdegen amenaza. Los Elois aceptan con mansedumbre su suerte un tanto por atavismo, otro por debilidad de carácter y, por fin, por sugestión Morlock.
JEREMY IRONS en un papel radicalmente distinto
al de LA MISIÓN: es el UBER MORLOCK. Y brinda
a Hartdegen medias verdades. Va de cerebral y
todo eso, pero pone en un grave aprieto al inventor

Pero Hartdegen, áspero primitivo del Remoto Ayer, aparece lleno de fuego y rebelión. Pocos predicamentos más tarde, motivaría a los Elois para luchar. Resistir. Esto complicaría aún más la penosa existencia Morlock.
El final es puro Hollywood estilo STAR WARS: debe ocurrir una supercatástrofe explosiva que nos tranquilice. En la novela quedamos a la espera del regreso del Viajero a través del Tiempo; Baxter a modo resolvió su suerte. Simon Wells deja a Hartdegen que planifique el Mañana, inyectado en los Elois la pasión, antigua y decimonónica, por los Grandes Proyectos y el Porvenir Espectacular. En 1900 él ya no pintaba nada. ¡Qué gran GRAN aventura sería, pues, construir este futuro!
Vuestro Scriptor.

Documentación adjunta: