domingo, 14 de julio de 2013

FURIA DE TITANES — ¿QUIÉN NOS DERROCARÁ?

La figura del afiche foráneo expresa el
desafío del Hombre contra los dioses que
les crearon sólo para divertirse con ellos.
Tal la cosa, ejecutar a MEDUSA fue un
acto de piedad
No he encontrado opiniones favorables para este filme de LOUIS LETERRIER; sobre todo, lamentan que LIAM NEESON sea ZEUS; esto pareció desencantar a todos. Qué cosa la crítica: no vemos a determinado actor en un papel específico, y todo el conjunto debe ser deplorado. No perdonan nada. Con renuencia, acaso se despuntará algo (por alguna razón incongruente, ¡la BSO!), pero el sentido general es negativo. Y todo porque, repito, tal intérprete no encaja como ese personaje.

Cierto que Neeson parece “recuperar” su GALVAN en EXCALIBUR, con más Sidol, eso sí, en su rutilante armadura. En el filme de JOHN BOORMAN, MORGANA LE FAY (HELEN MIRREN), lo engatusa para intentar enfrentar a LANCELOT (NICHOLAS CLAY) con ARTURO (NIGEL TERRY), confiando hundir Camelot, y vengar la violación de su madre, etc.

"Niña, a ver si me dais bien el Sidol que se vea, por mi
refulgente armadura, que soy ZEUS... aparte de
LIAM NEESON"
Aquí, Neeson-Zeus es embaucado (con apenas sutileza, y con deseos de serlo no del todo/completamente disimulados) por HADES (RALPH FIENNES), quien promete causar tal devastación que resucitará el perdido prestigio/presencia del Alto Panteón Olímpico entre los mortales, hastiados de las divinas veleidosidades y su trato injusto, conductas que, en verdad, ofenden el sentido de la más elemental justicia.

La mitología consigna que hay una inflexible cadena de destituciones en el enigmático orden del Universo, y que sus últimos eslabones se obstinan más en no ser derrocados. Los Titanes crearon sui géneris el Cosmos (que era más bien un Caos inconsecuente y mutante al estilo que MICHAEL MOORCOCK describe en sus narraciones fantásticas) y luego los Gigantes, sus descendientes, los desbancaron para dirigir el cotarro según creían debía ser regido.

Mas los Gigantes paren dioses que no tardan en obedecer el sino genético y arrasan con sus progenitores. CRONOS, padre del panteón olímpico, intentó impedirlo, consciente de que su sentencia, leída, esperaba ejecución a manos de Zeus, mas fracasó.

HADES (RALPH FIENNES) manipula los rencores ajenos
en beneficio propio. (Pero ¿cómo tomar en serio a ese
tipo, andrajoso y greñudo?)
En Furia de Titanes, los dioses contemplan que una de sus invenciones (de Zeus, en concreto) amenaza con liquidarlos. El Hombre, el “esclavo del miedo” moorcockiano, no tiene las potentes armas, o poderes, del panteón para destruirlo, pero ha descubierto que, adjurando de él, negándolo en lo más profundo de su corazón, logrará abatirlo. Es la Era de la Razón. De las Máquinas.

Se ha establecido una extraña simbiosis entre creador y creado. El primero se sustenta de las preces del segundo, que existe merced al “amor” implícito en el acto de su génesis. Pero no es un verdadero gesto de amor, o generosidad, el dimanado del Creador, pues exige un tributo (adoración, sometimiento pleno, fe) a su vástago. De no obtenerlo, se esfuma. Perece. Y, como ser vivo, reniega de tal destino, forcejeando contra él tanto como puede.

La búsqueda de PERSEO (SAM WORTHINGTON) precisará
de estos veteranos, convencidos de lo suicida de la misión
(¿Realmente Dios, ente todopoderoso e indescriptible, anda necesitado de nuestro reconocimiento, loa, o elogio, para apuntalar Su estima, ego de volumen inmarcesible, que puede ocupar todo el Cosmos acaso? Es un dilema con interés y que podría solicitarnos elucubraciones filosóficas-teológicas.)

Furia de Titanes comparte otro punto más con Excalibur: el origen de PERSEO (un SAM WORTHINGTON mucho más competente que HARRY HAMLIN. El filme en que se basa este remake —logrado, afortunado, agradable—, parecía por entero concebido para lucimiento de Hamlin). Hay un elemento vindicativo por medio que no aparece en la leyenda (el cómo-por qué Zeus poseyó a la madre de Perseo, adoptando la semblanza de ACRISIO —JASON FLEMYNG—, como UTHER PENDRAGÓN —GABRIEL BYRNE— sedujo a IGRAYNE —KATRINE BOORMAN—). Pero es artimaña para prender nuestro interés y hacer las cosas aún más grandes y fantabulosas.

Estos tíos son un puntazo de la película, una expresión de su
deseo de magnificar la ya fabulosa leyenda en que se basa
Perseo es una suerte de Arturo que no persigue las elevadas metas del legendario monarca de Camelot. Es un hombre tranquilo que rehúye los artificios siniestros de hombres y dioses. Pero el hombre propone y Dios dispone, e irremediablemente se ve complicado en un conflicto que detesta. A partir de ahí, todo es generoso espectáculo e impresionantes escenarios.

Acaso de esta cinta veo desacertada la elección del villano, Hades. Aparece como un harapiento tullido de voz raspante que busca venganza por el lugar que Zeus le destinó en la creación: señor del inframundo y sus surtidos tormentos. La mitología griega anota que el Hades tenía salas para castigar a los malvados, pero distaba de ser el tétrico paraje que tanto DANTE como la religión cristiana han descrito.

ÍO (GEMMA ARTERTON) es la figura femenina destacada
del
remake, sustituyendo a la de ANDRÓMEDA, motor de
la misión emprendida por Perseo, pero apenas tan influyente
como esta inmortal a la fuerza
Hades parecía satisfecho con su posición (dominaba las riquezas subterráneas y residía en los Campos Elíseos, con los justos, los buenos y los héroes) y no lo veo, por tanto, conspirando contra el primogénito, lotófago de oraciones y rogativas que exaltasen su figura todavía más MÁS. Cronos, sin embargo, encajaría en esa trama, pues perseguiría recuperar sus dominios arrebatados por sus ingratos hijos, ayudado por otros Gigantes.

Este Hades desea ser quien se nutra de mezquindades y ruindades, de preces pidiendo ruina y desgracias. Perseo, que resiste su condición semidivina, tendrá que oponérsele, y liquidar sus protervas intenciones, obedeciendo el sigul de todo héroe que se precie. Quizás así su parte humana agradezca a Zeus el haber sido, la Humanidad, concebida.

Triunfante entre las ruinas de un mundo
pasado arrasado por una bestia primordial,
asesina de Gigantes: KRAKEN
Zeus verifica en lo fosco de su hijo (uno más habido fuera de su matrimonio incestuoso con HERA) el pedernal con que el Hombre está lapidando su fidelidad, aun abyecta, a los dioses. Empero el filme surte de ejemplos que justifican la postura del Hombre. ÍO (GEMMA ARTERTON) es uno de ellos. Otro, el triste avatar que padeció MEDUSA, relatado por Ío. Lo de ANDRÓMEDA (ALEXA DAVALOS) sólo abastece el argumento.

Furia de Titanes no trata, sin embargo, de resolver si nos crearon los dioses por amor o por interés, mas señala que, por su conducta injusta y veleidosa, debemos rechazarlos. No pueden pedirnos justicia si ellos, sumun de lo moral, no la ejemplifican. El filme es un vehículo excelente para un muy bien aprovechado esparcimiento enriquecido por estupendos FX computarizados, beneficiado por competentes actuaciones. Punto. Quererle buscar más (¿qué?), y tirotearlo porque no tiene “eso” que se desea ver (y que responde a gustos particulares), es un defecto de crítica tan arbitrario como el que denuncia la película sobre la conducta divina.

En imagen promocional, los diversos monstruos del filme; a
modo, recrea la disputa fratricida de CAÍN y ABEL
Personalmente, agradezco disfrutar del espectáculo. Es simple, eficaz y tratado con profesionalidad. Bastantes complicaciones ya tiene el día-a-día para que nos las surtan, además, durante nuestro ocio.

Vuestro Scriptor.