martes, 12 de noviembre de 2013

MAN OF STEEL — THE DARK AGE

Afiche foráneo. Como nunca,
SUPERMAN identificado con
el MESÍAS. Y, no, no lo es
Sigo sin comprender por qué el SUPERMAN RETURNS de BRYAN SINGER quedó ahí. El realizador canadiense dejó el listón altísimo. Dignificó la muy harapienta imagen que del ÚLTIMO HIJO DE KRYPTON habían dejado los inefables SALKIND. Efectuó una grata continuidad con el legado de CHRISTOPHER REEVES. Realizó la película que SUPERMAN merecía. Incluso le dio su propia aureola de continuidad.

Pero el relativo fracaso económico de Superman returns abortó, parece ser, una secuela emprendida por este equipo creativo que desdeñaba las amargas payasadas que otrora se rodaron sobre el escultista kryptoniano. Se intuye que es mucho menos vituperable la nefanda época en que BATMAN/SCHUMACHER agujereó la leyenda urbana del CABALLERO OSCURO que la saga, mal parida, de Superman.

La escena del sacrificio supremo: JOR-EL y LARA
entregan al Nilo del Cosmos a su hijo, KAL-EL. El
remoto santuario ofrece oportunidades perdidas en
el agotado Krypton
Para revitalizar (¿o invalidar?) el Planeamiento Singer, los estudios eligieron a ZACK SNYDER, que ya saltara a la fama por filmar en bronce añejo las viñetas del 300 de FRANK MILLER, inyectándole excesos visuales que lograron conmocionar nuestra atención al recordar, en clave aún más fabulosa, los sucesos históricos de la batalla de las Termópilas.

Este realizador está perfilándose como el Gran Director del Cine de Superhéroes. Tendrá el instinto, la visión, los redaños, qué sé yo, que lo destacan sobre otros autores que, sin embargo, pueden lidiar tan volátil encargo con notable solvencia, como JON FAVREAU y JOSS WHEDON han demostrado recientemente.

El émulo del edicto del FARAÓN: el GENERAL ZOD. Por si
Krypton no tuviese problemas, Zod le añade más iniciando
una revuelta militar para "sanear" una burocracia inepta
Snyder acepta el ambicioso encargo de reconstruir todo-todo Superman dotándole de un tono sombrío que, empero, no encaja con Superman. Su Man of Steel recuerda, en lo gráfico, al Superman, IDENTIDAD SECRETA, el LEX LUTHOR, HOMBRE DE ACERO y Superman: LEGADO. Esas páginas oscilaban en el violento claroscuro que Snyder ha sumergido a Superman, donde la mano ‘tenebrosa’ de CHRISTOPHER NOLAN también se percibe, importando (se sugiere) la “magia” de sus Batman, un recargado escenario gótico (pese al barroquismo visual de los artefactos) que pareciera reflejo, a su vez, del contenido de las almas de los personajes.

KEVIN COSTNER, a mi parecer, no da la talla del paternal
JONATHAN KENT interpretado por GLENN FORD. Costner
no transmite la paciente y amable sabiduría del otro actor
Man of Steel ha generado vívidas contracorrientes de opinión. Se ensalza y encuentra decepcionante; no han querido ver, en la cinta, más que un vehemente derroche de FX de soberana e impecable factura, como demanda toda película de Superman que se respete. Sus exégetas apelan a argumentaciones tontainas y sibaritismos relamidos. El colmo es argüir “no sabes qué te pierdes” como toda razón para invalidar una opinión crítica opuesta.

¿Qué me pierdo? Acláramelo, ¿no? Porque se supone que la época “porque lo digo yo” felizmente quedó en el ayer. Hoy se argumentan las cosas.

No sé qué LOIS LANE es peor; si MARGOTT KIDER, que
necesitaba valium por un tubo, o esta trepa, encarnación de
la "moderna mujer emprendedora" que sólo imita estilos
masculinos de ambición
Este tipo de nuevo tirano de internet no es amigo de tal procedimiento. Te marca con el “no sabes qué te pierdes”. Y si no modificas tu criterio, alineándote ciegamente con su parecer, en obediencia a esa lacónica sentencia, no sabes qué te espera.

Sigamos: Snyder ha proyectado a Superman a una Época Oscura que rediseña la vida del superhéroe de la S en el pecho totalmente. Ha dirigido un Elseworld que apunta al tan de moda reebot en las editoriales hoy día. Ha negado la épica a Superman (algo que le brindó Singer a raudales) para dejarnos groguis con unas epatantes luchas que obligan a afirmar: en efecto, así dan caña Superman y los tíos poderosos como él. Se salen del marco. No pueden evitarlo.

Un nuevo sheriff en SMALVILLE, cuyo nombre de guerra,
Superman, aún está por acuñar. Es extraña, esta oscura
indumentaria del escultista de Krypton...
Pero esta grandiosidad ha sacrificado la luz y el calor amistoso, de querer integrarse, que la figura de Superman irradia, junto a la BSO de JOHN WILLIAMS. No concibo un Superman sin sus acordes, tan familiares como la obertura de STAR WARS. En vano esperé oírlos. Singer, en clave de homenaje, los respetó en su filme. Su ausencia, aquí, resta entidad al Superman de duras facciones encarnado por HENRY CAVILL.

Snyder, empero, tendió aún lazos de unión con la saga del recordado Reeves; Man of Steel ‘recupera’ la secuela al Superman de 1978. Reaparece el GENERAL ZOD (MICHAEL SHANNON), mas acompañado de un séquito de kryptonianos mayor que en la película original.

Que me aclaren esto: si la nave de los kryptonianos refleja
las condiciones de su mundo natal, ¿por qué Lois sigue en
pie? Y no se trata solo de un problema de atmósfera, sino
de gravedad
Este Zod ‘ha ganado’ con el cambio. El de TERENCE STAMP seguía la flatulenta estela de los personajes de cómics endiosados y grandilocuentes, expertos en posturitas, pero parcos en hechos que respaldasen sus altivas amenazas. Con la ayuda de DAVID S. GOYER, otro experto en superhéroes-en-pantalla, dotan a Zod de un tenebroso carácter tan pródigo en actos como palabras. Y puestos en las reformas, el Krypton ‘revitalizado’ no es aquél paraje nevado de los diáfanos cristales cargados de información.

No es cuestión racial, pero no veo un PERRY WHITE negro,
como tampoco un HEIMDALL de piel oscura (y ese cantaba
más: Heimdall es un dios nórdico)
Es suerte de pesadilla steampunk que orla la siniestra arquitectura recargada de los NECRÓFEROS de LAS CRÓNICAS DE RIDDICK. Han caracterizado, mejor que nunca, a los kryptonianos como una anquilosada raza decadente, ampliamente arrogante en la molicie de sus pasadas conquistas gloriosas, memorable recuerdo que, sin embargo, son incapaces de recuperar.

La voz disonante que denuncia el notable riesgo que comporta esto sigue siendo la de JOR-EL (un RUSSEL CROWE de amplio protagonismo), que expide a la Tierra a su único hijo con la esperanza de que pontifique entre mundos, uno pujante pero al borde del abismo abierto por sus errores y precipitación, y el agotado Krypton, necesitado de savia nueva, mas no como requieren sus leyes inmovilistas estilo UN MUNDO FELIZ.

En el apartado de FX, MAN OF STEEL es impresionante.
Por desgracia, las películas son mucho más. Al menos, las
que pretendan legar algo más que hostias supersónicas
Snyder centra la atención en este punto. Krypton, como el Japón previo al siglo XX, se había estrangulado forjando una Sociedad de castas que impedían su regeneración física, cívica y moral. En la aleatoriedad de la concepción natural reposa la virtud de engendrar alguien que impulse la Sociedad un enorme trecho. Krypton intuyó que, con su método, también anulaba el riesgo de concebir un HITLER. Irónicamente, lo obtienen en su máximo protector, Zod, que, no obstante, no se subleva por deliberado gusto por el poder, sino forzado por el ciego estigma obsesivo estampado en sus genes.

Man of Steel no termina con esta habitual imagen de lo que
venían siendo los filmes de
Superman. También rompe con
esto, como con la clásica BSO de JOHN WILLIAMS
Los flashbacks diseñados para mostrar la infancia-adolescencia de KAL-EL, y depositarnos en las apabullantes peleas, descoyuntan la película. Y, en serio, KEVIN COSTNER (cuya muerte es un exceso absurdo) no supera el recuerdo, paternal y educativo, de GLENN FORD. Parece listo a darte una paliza, no una bondadosa lección sobre cómo soportar a los seres humanos según JONATHAN KENT.

Vuestro Scriptor.

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