viernes, 14 de febrero de 2014

DEATHLOK EL DEMOLEDOR — EL DRAMÓN DEL HOMBRE DEL PORRÓN DE MILLONES DE DÓLARES

(Estúpida) portada del recopilatorio. Si
DEATHLOK ya poseía visión de largo
alcance-y-precisión, ¿para qué quería
un visor de puntería?
Acertado resumen de este recopilatorio sería: Historia de un fracasado en estado de putrefacción. Pero se le debe conceder, con paciente magnanimidad, ser un tebeo de su época, que rebosa energía, imaginación (hasta cierto punto) e ímpetu (malgastado). Puramente evasivo, no tiene pretensiones ni deseos de alcanzarlas, pues su creador, RICK BUCKLER, jamás las buscó, ánimo compartido por el resto de guionistas-amigos invitados a mantener en ON las andanzas del macabro cyborg.

Cuanto más logró el BULLPEN entero fue lanzar al personaje a dar erráticos tumbos por una derruida Nueva York, cara de un mundo asolado por una guerra inexplicada, persiguiendo los harapos inconsistentes de una “misión” tan maltrecha e inefable como su propia construcción.

A quien su vasta erudición se la juega es a EDUARDO DE SALAZAR, cuyas encomiásticas palabras sobre Deathlok y sus vicisitudes lo hacen describirlo como “un personaje crítico y, a la vez(…) comprometido”. Debemos haber leído cómics distintos, pues ¿con qué, o quién, es crítico Deathlok? ¿Con qué, o quién, está comprometido? Sólo vi un personaje con determinadas posibilidades pero cuyos desaciertos iban amontonándose de manera alarmante hasta sepultarlo bajo una atroz catarata de deficiencias. Pero: no enarbola bandera, protesta o reclamación contra un estado social, ecológico, o político, que Estados Unidos por entonces mantuviera.

Cubierta americana original; admito que,
en su primer número, el macabro sujeto
prometía. Tenía su aquél, vaya
Ufano, indica que Deathlok, que terminará de guest star en otras pintorescas colecciones (como CAPTAIN AMERICA), es ‘antepasado’ de TERMINATOR y ROBOCOP, prototipo que inspiró estas más afortunadas máquinas-hombre. El entusiasta de Salazar, señalándonos lo obvio, olvida que Deathlok a su vez puede ser una corrupción, nunca mejor dicho, de una popular serie de TV que ha dejado impronta en la CultuPop estadounidense: EL HOMBRE DE LOS SEIS MILLONES DE DÓLARES (en Hispanoamérica, EL HOMBRE NUCLEAR), plasmación de la novela CYBORG. Cuantiosos episodios de LOS SIMPSONS recuerdan esta producción.

No debemos, por tanto, recalentarnos demasiado las meninges al imaginar a Buckler y el siempre competente guionista DOUG MOENCH tirados en el sofá de la casa de uno de ellos viendo la TV y excitándose con la propuesta que sugería el hombre atómico. Trasladaron al astronauta STEVE AUSTIN (reconstruido con próstesis mecánicas tras un brutal toñazo en su nave) al cuerpo de LUTHER MANNING, superestratega que te cagas y competente soldado, cuya capacidad de análisis de las situaciones de combate no podía perderse.

Deathlok, rebelado, por las escombreras
neoyorkinas, monitorizado por el
cibervoyeur
SIMON RIKER, coronel y profético
personaje. Anticipó los extremos de la
vigilancia remota que sufrimos hoy día
El CORONEL SIMON RYKER arrancó ese segmento de sesos del cadáver de Manning y lo enlazó con una sofisticada computadora, reemplazando por prótesis HI/TECH lo amputado al fallecido, y, activado, arrojaron al proceloso mundo que les estaba tocando vivir un artefacto asesino que, iría descubriendo, era costoso títere que apuntalaba las ambiciones dictatoriales de Ryker, no menos incrustado en su feudo: Manhattan.

Bajo esta premisa, Buckler, Moench y Cía. obligan a Deathlok/Manning (pues el muerto tiene un “recuerdo total” y se apodera del sistema al que debía servir) a avanzar Avanzar AVANZAR por entre las escombreras neoyorkinas, eliminando enemigos que le salen al paso como muñecos de una galería de tiro, como empujados desde los bastidores a recibir sus impactos. Y, siempre, improvisando viñeta-a-viñeta.

Las ruinas albergan todo tipo de tipejos,
a los cuales Deathlok brea de un modo
u otro; libera así su notable estrés
Nunca informan extensamente por qué Norteamérica (se apunta que la cosa adquirió esa dimensión, y más) es ahora un pedregal ruinoso con deltas de población que sobrevive bajo el control de la OMNICOMPUTADORA, artefacto de Ryker y al cual está enchufado constantemente, pues es el primer cyborg existente (y un fracaso, aunque no cuentan en qué). Las espontaneidades se multiplican cuando, para nutrir la colección con nuevos ejemplares que poner en venta, Buckler va enfrentando a Deathlok con otros cyborgs, más estilizados de aspecto que Manning (espantoso con ese ojo rojo cuan tomate imperando en su machacada faz), quien, para colmo, descubre que ha sido clonado (!) numerosas veces.

Llega la cosa al extremo de que pega una patada a una piedra, ¡y sale uno de sus clones! Con razón estaba el pobre hombre-máquina en la situación anímica que se encontraba.

Para los nostálgicos que recuerden a
Vértice, portada de cuando editaban
Deathlok; aquí, abortando el intento de
Ryker de compuinmortalizarse
Llama la atención la O(mni)C(om)P(utadora), un remedo, por lo poco que se cuenta de ella, de la inteligencia artificial reinante en THE MATRIX. Otra prometedora ocurrencia que no dejó su estado embrionario, porque tras la misión en que Deathlok logra abortar el enlace final entre esta máquina y Ryker, se advierte, más que desgaste, desgana por continuar esta historia, lanzada a toda velocidad al sin sentido, el fracaso.

Se intuye que había madera para llegar hasta el referido “golpe de estado”, que impidió a Ryker ascender a potencia de bit, integrado en su OCP, listo para mandar por siempre jamás, pero el combustible desapareció entonces. (Un apunte para de Salazar: ¿no fue este coup d´estat anticipo de TRON, ya que estábamos buscando orígenes?) ¿Qué hacemos, entonces? Manning, transferido al cuerpo de uno de sus clones, merced a la benevolencia de la CIA, que gobierna, cambia su arma láser por una Olivetti y compila las “crónicas de Deathlok”, cúspide de todos esos tumbos y desaciertos que liquidaron al siniestro cyborg hasta enviarlo, sin remedio, a la tras-trastienda de los secundarios.

Aunque en su saga no existían, Deathlok
acabó combatiendo otro tipo de tipejos:
superhéroes. Más desbarajustes que
pretendía exprimir, cuanto pudieran, al
patético personaje
Nunca intentaron examinar, como sí haría exitosamente PAUL VERHOEVEN en RoboCop, si Deathlok era una máquina impregnada del alma de Manning, que regresaba (entera, o parcialmente) a su ser debido a que una parte orgánica de él residía en un artefacto, o si el alma, existiendo vivo ese fragmento suyo, jamás le abandonó. Si hay Cielo. Ergo: Dios. (De acuerdo: metafísica, liturgia. Pero argumento, en suma.) Si, por el contrario, la máquina emuló parámetros de la conducta social de Manning para hacer a Deathlok más eficiente y deliró con presuntos bytes emocionales que originaron la mal function que anima la serie a ser publicada, y el alma, por tanto, es cuento chino de los curas para sacarnos los cuartos. Estos análisis, en pequeñas dosis, habrían elevado bastante Deathlok.

Prefirieron emporcarlo en sucesivas verborreas conmiserativas autocompasivas hasta la extenuación, violencias y búsquedas de propósitos elusivos, difusos. Un ciego, limitado y caprichoso ombliguismo, como agujero negro, devoró a Deathlok, sobrecargando hasta anular sus posibilidades de futuro y continuidad.

Vuestro Scriptor.

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