viernes, 7 de febrero de 2014

CUANDO EL DESTINO NOS ALCANCE — FEROZ FUTURO

Afiche: esos camiones-excavadora
sí que dan canguelo. ¿Qué harían
con la gente que atrapaban...?
Los espabilados RICHARD FLEISCHER y STANLEY R. GREENBERG saben sacar jugo abundante a ¡HAGAN SITIO! ¡HAGAN SITIO!, novela de HARRY HARRISON, ‘precoz’ anuncio de terribles carencias humanitarias al albor de 2000AD. En el libro, Harrison describe una Nueva York (específicamente, la isla de Manhattan) saturada. Hasta los topes de población sucia y desnutrida que no sabe cómo encarar el día-a-día; aún menos, la jornada por alborear. Una Sociedad víctima de una autista inercia.

En su relato (que empuja no obstante a reflexionar), Harrison evidencia determinadas restricciones creativas fruto de un pensamiento “conservador” e ingenuo planteamiento de la “política de las masas”. Su relato ilustra unas apabullantes condiciones de vida tercermundistas que la población estadounidense soporta con una estoica entereza que ridiculiza la flema británica ante la adversidad. El autor no quiso pensar en que una drástica desaparición de las virtudes del Estado del Bienestar arrojaría a la gente a la calle, produciendo violentas algaradas. ‘Sus americanos’ guardan orden y turno ante la miseria progresiva en que les ha hundido la superpoblación, generando algún conato de disturbios más parecidos a un estéril aspaviento colérico que a una sublevación.

He aquí una Sociedad que anima a la eutanasia, cosa a la
que THORN (CHARLTON HESTON) se opone cuando su
anciano ayudante, SOL ROTH (EDWARD G. ROBINSON)
lo menciona. Una curiosidad: ambos ya coincidieron en
otra cinta "apocalíptica": 
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
Harrison estaba más centrado en el romance entre las ruinas del viejo mundo agotado y las decadentes estructuras del nuevo famélico futuro que ilumina su libro. Cierto momento aun induce pensar que toda la narración está fabricada en torno a ese amorío. El resto, es incómodo pero necesario utillaje.

Greenberg, empero, vio carnaza en el texto, estupendas ideas que un “acomodado” Harrison no supo explotar. Descentró la relación romántica para emplearla como una argucia que permitía mostrar a un implacable CHARLTON HESTON de quijada encajada en un rictus decidido en alguien capaz de ser sensible a los horribles sucesos.

Flípalo con los videojuegos de este 2022; pero a esta niña,
SHIRL,
mobiliario de profesión, la ponen loquita. Si viera
los actuales...
Su encarnación del detective THORN es mucho mayor y elaborada que lo que describe Harrison de su ANDREW RUSCH, personaje que casi parece siempre dispuesto a pedir perdón por existir. Rusch es pequeño, acomplejado, mínimo-nimio. Intrascendente. El corrupto Thorn toma al mundo por la pechera y le vacía los bolsillos sin escrúpulos.

Trisca por los desechos del atestado Manhattan en pos de un fin del día algo mejor que el comienzo. Es digno exponente de la dramática rotación que la figura del Héroe había dado desde comienzos de Década 70, la cual creó pesimismo por el futuro. La idea de que éste en verdad iba a fracasar estrepitosamente, sin remedio, aferró al colectivo. No eran ya augurios oscuros en libros aislados. Era certeza. Y la encarnación del “salvador” distaba apenas de la del villano.

Este asesinato, en especial, obligará al corrupto Thorn a
esforzarse como un buen poli, pese a los numerosos delitos
diarios y las presiones que recibe. Otra imagen curiosa:
CHUCK CONNORS (TAD) protagonizaba la serie
EL
HOMBRE DEL RIFLE; a Heston le llamaban así en los
últimos años de su vida
Los tradicionales estándares surgidos del fin de la Segunda Guerra Mundial estaban deshilvanándose. El titán, Norteamérica, recibía una paliza, mala y de verdad, en Vietnam, impensable y más dada la entidad del enemigo: en inferioridad de medios ante todo. Resintió su poderío. La crisis del petróleo mostró, al mundo habituado al despilfarro, que todo se agota. Y un planeta que pensaba que la materia prima no tenía fin y podía derrochar cuanta cantidad quisiera, empezó a reconsiderar opciones.

La ‘desmitificación’ se agudizó en las producciones de ciencia ficción, trocadas como nuevos y siniestros arúspices del Tenebroso Mañana-Mañana. Desde la pantalla de plata, Heston/Thorn amputaba sueños: Olvídate de las rutilantes naves BUCK ROGERS y las Princesas de Marte, tío. Del Planeta Prohibido con serviles robots como metálicos reclamos MICHELÍN. Te espera esto: un rapaz empobrecimiento de tus condiciones de vida. Lupus homini lupus: frase que engloba y describe Soylent Green.

Inmundicia, masificación, carencias... en el corazón de la
llamada potencia más poderosa de la Tierra. ¿Cómo
estarían en países mucho más pobres?
El cuento de hadas futurista estaba muerto y Soylent Green no era el único en decirlo. Década 70 ofrecerá cintas distópicas como LA FUGA DE LOGAN, NUEVA YORK, 2012 o el primer MAD MAX, que reproducirán sin tregua esa acentuada desesperanza. Con STAR WARS, GEORGE LUCAS dará un épico respiro, pero no logrará completamente zafar al espectador del presentimiento: Mañana todo irá un poco peor.

Soylent Green aprovecha (casi) al máximo las propuestas no desarrolladas por un ‘timorato’ Harrison. Es aún posible pensar que Greenberg y Fleischer se dirían: Pero ¿no estaba viéndolo Harrison? Ante la situación límite que describe su novela, ¿no comprende que la gente sucumbiría al canibalismo? Sería de esas leyendas urbanas “infundadas” presentes en las conversaciones. Cosa que Rusch no querría indagar por miedo a la verdad. Pero ahí estaría. Y tanta gente apiñada APIÑADA, ¿no extendería velozmente epidemias imposibles de atajar por falta de medicamentos?

Shirl logra arrancar la hostil capa externa de Thorn, que se
entrega a placeres apenas soñados por él. Un poco de
romance en medio de una desesperación generalizada
Ellos tampoco barrenaron en esto; supongo que con lo que tenían previsto hacer con las galletas verdes, el espectador iba ya pertrechado camino a casa. No obstante, el desgarrador alegato final de Thorn en la iglesia, resaltado por la foto fija de su mano ensangrentada extendida como suplicando socorro al Altísimo, se disuelve ante la muelle moral de un mundo situado al borde por la hambruna persistente. De acuerdo: no ingerimos Soylent Green pues está hecho de cadáveres: ¿qué comemos, entonces?

Vaya forma salvaje de terminar con manifestaciones y
tumultos. Que no tomen nota, los de hoy día
La película asegura que los océanos se secan; sin plancton, no hay peces. ¿Qué queda? Gente, dado que todo lo demás se ha agotado, o a punto está. Habría conatos de rechazo-y-repugnancia, ajá, sí, pero cuando apretase el hambre… Su inexorable lógica…

La gente lo aceptaría, y al cabo de poco, ¿lo encontraría normal? No sé hasta qué punto, empero, jalarte a tu abuelo transformado en galleta mutaría el pensamiento global, forzaría el cambio, la evolución para recuperar lo que hubo tras esta crisis. ¿O el personal alzaría los hombros, se adaptaría, y empezaría a servir directamente carne humana en el menú? Están muertos. El Gobierno nos la proporciona mediante Soylent Green. ¿Por qué Chez Moritz no va a poder, pagadas las correspondientes tasas?

El concepto del reciclado en su más elevado extremo; una
forma novedosa, ingeniosa, de canibalismo y solución del
 problema de alimentación del populux:
Soylent Green
Soylent Green evidencia lo que un libro “con posibles” puede ser cuando le aplican algo de oscuridad a la trama. Novela y película son muestras, también, de cómo un pensamiento en torno a un planteamiento concreto se modifica en pocos años. De qué forma las carencias endurecen a las Sociedades, que van perdiendo un inocente candor de boy scout para abrazar una voracidad egoísta, reflejo de sus carencias y apetitos que deben ser satisfechos como sea.

Vuestro Scriptor.

Distopías adjuntas: