sábado, 10 de mayo de 2014

CAMPO DE BATALLA: LA TIERRA (FILME) — REBELIÓN EN EL PLANETA DE LOS HOMBRES

Afiche foráneo. Creo que una ilustración de
DREW STRUZAN habría convencido más que
este foto
shop montaje
ROGER CHRISTIAN recrea en fotogramas los párrafos de la densa saga “interestelar” concebida por L. RONALD HUBBARD y que su autor define de formas muy laudatorias, en plan rompedora que te cagas. Christian (y guionistas implicados), suprimen bastante carga de secundarios que abundan la obra de Hubbard en pos de una ‘ligereza argumental’, más pragmática, que animara la proyección, engolfándose en algunos clichés del apoqueclipse cinematográfico y literario, como el retroceso cultural de la Humanidad a las cavernas, devastando todo rasgo de civilización en sus maneras, abrazando el supersticioso politeísmo fetichista para llenar el (inmenso) vacío de una tradición empírica milenaria, o una religión sensata.

Este detalle merece analizarse, pues expone que nuestras elaboradas normas sociales y la riqueza de una civilización originada en la Grecia Clásica y todo eso tan rimbombante con lo que nos aturden los doctos, es en realidad una lámina de mugre que un baño de Catástrofes y Carencias, S.A., lava al primer remojón.

La tribu de JONNIE GOODBOY TYLER (BARRY PEPPER);
quizás buen motivo para buscar otros aires
Resurge la bestialidad primigenia egoísta, sectaria y tribal, pese a todo el MOZART y el ballet habido antes, por tenerlo profundamente arraigado en el ADN. Esa agresividad debe ser entendida como espada de doble filo, algo así como un don-maldición, porque nos proporciona empeño y energía para continuar y culminar nuestros proyectos (ajá, sí), pero nos retrotrae a lo más salvaje de nuestro ser.

Christian tampoco reconstruye la saga de Hubbard fielmente, y no tanto por la aducida economía del metraje como por, parece ser, “querer anticiparse” a TIM BURTON en su nueva visita al Planeta de los Simios; Christian traduce mucho de lo que FRANKLIN SCHAFFNER mostró en su inquietante película (que agrandaba la novela de PIERRE BOULLÉ).

Claro, que lo que Jonnie encuentra por esos andurriales
dejados de la mano de Dios poco animan a seguir buscando
El Hombre vive en un estado prehistórico, acechado por abundantes supercherías y pieles, poniéndole la situación creada por el agresivo invasor alienígena al filo de la extinción. El JONNIE GOODBOY TYLER encarnado por BARRY PEPPER igual esboza inquietudes, de todo tipo-y-tamaño, que lo empujan a traspasar un determinado non plus ultra (no menos fundado en apabullantes mitologías, surgidas de la ignorancia, que por hechos sustanciales que aquél que cruzara COLÓN), cuyos tesoros le surten de tanta maravilla, o conocimiento, como aflicción.

Aunque la alternativa en absoluto es mucho mejor. (La de
hostias que TRAVOLTA y compañía se habrán dado andando
sobre esos zancos que les daban talla sobrehumana)
El invasor, los psyclos simiescos (por mantener la analogía con la cinta de Schaffner), llevan mil años esquilmando el planeta, y la larga estancia y sus resultados abren un abismo de ineptitud ante ellos. Uno de sus fallos clamorosos: ¿cómo no dieron, durante este milenio, con Fort Knox, dada su avidez de oro? ¿Tanto despreciaban nuestra cultura que no les dio por investigar qué eran los bancos? Otro: ¿no quieren experimentar, más allá de la explotación esclava, con el Hombre?

Destaca entre ellos TERL (JOHN TRAVOLTA, muy empeñado en que se filmase la novela, que esperaba eclipsase —nada menos— la gloria de STAR WARS), que roba bastante cuota de pantalla a Jonnie, con quien, el oprimido, deberíamos empatizar, en principio, y por norma muy establecida.

Problemas desde Psyclo para TERL (JOHN Travolta); la
imagen evoca tanto el Giedy Prime de
DUNE como el Los
Ángeles de
BLADE RUNNER
Más aún que en la novela (donde su densidad de páginas diluye suficiente la vehemencia de su codicia), Terl es un Ejecutivo ávido de riquezas y posición en su brumoso planeta natal, que sugiere ser émulo del Giedy Prime del DUNE de DAVID LYNCH, un criadero de peludos despiadados que extinguen especies estelares sin ningún escrúpulo o remordimiento.

Tampoco entre ellos se tratan mejor; Terl está en constante competición tanto con sus subordinados como superiores, todos deseosos de poder defenestrarle.

Terl, un brutal manipulador excepcional, logra convencer a
esa belleza de su planeta para que lo ayude en sus planes;
una vez obtenido el fin, la descartará como al resto
Esto también merece nuestra atención: ante la falta del adecuado ejemplo práctico, un contacto con alienígenas, especulamos sobre cómo serían éstos. Al hacerlo, ¿cuánto de nosotros (malo, por lo común) les incorporamos? ¿Cuánta genuinidad les robamos?

Terl trabaja para una Corporación galáctica que gasea mundos habitados para luego, librados de casi toda oposición nativa, saquearlos hasta la última barrena posible y trasladarse a otro objetivo, donde repiten la operación.

Es táctica comercial humana; ¿la aplicaría una Corporación extraterrestre? La ambición de Terl, ¿socavaría a esos empleados también? ¿O los motivaría otra cosa, intereses y pasiones inimaginables? ¿Serían tan codiciosos? ¿…peor, aún?

Jonnie aprende aprisa los rudimentos históricos tanto de la
Tierra como de los brutales conquistadores; la arrogancia es
lo que finalmente propicia la derrota del "listo" Terl
Campo de batalla, la Tierra queda en la franja de ser una poco luminosa evasión de serie B pese a gozar de algunos efectos especiales competentes (esto, piedad por respeto al trabajo efectuado). Carece “de momentos”. No logra épica alguna, pues el protagonismo lo absorbe el malo, y sus sucias maquinaciones son las que, casi a diario, soportamos. Nos produce rechazo. ¿También deben emporcar nuestro ocio, uno que, encima, no brinda catarsis?

Jonnie no es JOHN CONNOR, aunque el actor se esmere en darnos una convincente interpretación de un honesto libertador. (Y ¿por qué debe ser norteamericano?) Creo que el fallo radica en sus manías de mono, imitadas por otros integrantes del reparto. En la novela, no sucede así. Los supervivientes, aunque residan en cavernas, mantienen un digno sentido de su evolución…, plagado de envidias y retorcidas conspiraciones.

Jonnie enseguida detecta que la soberbia y el desprecio por
las demás razas del Cosmos son el defecto de los psyclos, y
un modesto ardid, como esta sumisión aparente, le abre las
puertas de la victoria
El romance entre Jonnie y CHRISSY (SABINE KARSENTI) es un apéndice artificial. Aun permite intuir que ella sólo sale para que Terl, en determinado momento, tenga una rehén con la que coaccionar a Jonnie. Que después adquiera una vaga importancia bélica es en atención a que es novia del prota y debe dar el adecuado ejemplo.

El fracaso comercial de Campo de batalla, la Tierra abortó la realización de su secuela. Visto el filme, estaba cantado: el malo gobierna el proscenio; el bueno es un simple que salta de las arboledas al cyberpunk en un santiamén; su novia es una amazona lacia, los demás partiquinos son un bulto… y el lindo detalle del uranio remata la cinta.

Terl dándoselas de Master del Universo..., aunque igual le
dolía el apéndice. Sobre CHRISSY (SABRINE KARSENTI,
al fondo), poco bueno puede relatarse; es chica-rehén,
y gracias
Todos los planetas del Universo contienen los mismos elementos presentes en la Tierra. Varía su cantidad (obviamente, me refiero a esferas sólidas, no mundos gaseosos.) Por tanto, Psyclo debía contener también uranio, que reaccionaría explosivamente con su atmósfera. Es de suponer que, cuando sus primitivos habitantes lo extrajeran al aire, se produjera la vehemente reacción en cadena descrita en el filme.

Pero esta cinta necesitaba que estallase su émulo de la Estrella de la Muerte, y se logró así (con un detalle que Hubbar también desdeñó). Otra cosa no explica el garrafal fallo.

Vuestro Scriptor.

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