miércoles, 11 de octubre de 2017

ROAD TO SOGUETTO — ENTREGA 11

Llegamos a la undécima entrega. Aún no se atisba arreglo
Una crispada sonrisa: aparece un momento por mis labios descamados por el estrés, la repentina sed. Hurgo empero en el interior de mis miedos confiando encontrar ente supremo, o superior, de esa naturaleza aludida que acepte lo que sugiere Dama de Picas.

Mantengo la mirada fija: en la parte trasera del Relámpago Rojo. Pareciera: decidido a dejarnos MUY ATRÁS según se zambulle en el preamanecer que empieza a ser más el orto que tanto andamos temiendo. La noche: todavía brinda un segmento de discreción por el cual poder escaparnos, pese a los potentes dispositivos de rastreo HITECH del enemigo. Una vez salga el Sol… Nada podrá ya ocultarnos.

En el ínterin, produje esto para ver
si cuela para la posteridad
Dama de Picas se esfuerza por seguir bastante cerca del poderoso deportivo. Bujías no tiene su destreza al volante, pero no debe envidiar nada a Joe Viterbo si la situación lo impone. Ascendemos pequeños badenes. Protestan los amortiguadores: en los baches mal disimulados que se disimulan a nuestros faros. Rozamos buzones corroídos y polvorientos. Los árboles sacuden sus agostadas copas: según los rebasamos.

Adiós-adiós, parecieran despedir, con ese movimiento negro que define sus copas.

De vez en cuando: miro atrás. Por la ventanilla opacada por la tierra que la cubre. Esperando ver: las luces giratorias salvajes de los Ranger abalanzándose sobre los tres porque han intuido, sí, ajá, que nos pasaron de largo.

Pues su fuerte instinto policial: nos delata. Les propone retrocedan. Indaguen. Pregunten al tío de la luz del cuarto de baño: ¿Falta ALGO en su jardín? Montones de patrañas similares: van acumulándose en mis sesos conforme las ruedas que asustan a las cacatúas engullen los kais en “persecución” del Relámpago Rojo.

—No, Bujías —murmura Dama de Picas—. Recto, tío. Sigue recto. Olvida los carteles que indican poblaciones. Por ahora, al menos…

Pues: lo ve frenar. Vacilar ante doblados rótulos tercermundistas clavados en palos torcidos que parecieran instalados allí por el propio John Chisum. Indican sitios, pueblos como Buen Rey, inmersos en la feroz decadencia que impone la Pax PragmaSoc, abandonarlos para concentrar a la gente en urbes extrañas como ese tal Soguetto y así tenerlos controlados a todos.

Recuerdo al respetable que todo se
originó aquí
Caso de telepatía: Bujías sigue recto. Obedece a Dama de Picas. La vi: acercar los dedos a la palanca de las luces. Para lanzarle dos destellos. Como cuando otro circula con las luces largas, deslumbrándote. No es necesario. La telepatía, comenté.

—¿Cómo nos habrán descubierto? —repite Dama según se esfuerza por ver, allende el horizonte, dónde deshacerse del poderoso deportivo. Una fronda espesa. Un arroyo o río. Una cantera. Algo que obligue bastantes días a la pasma, el enemigo: encontrar el Relámpago Rojo—. ¿Alguna idea?
—Alguien se chivó —termino imaginando. No quiero repetir lo del castigo kármiko producto del
(sacrificio)
asesinato de Crepúsculo. Eso luego podrá discutirse. No añadas más tensión a la existente, muchacho—. Podría averiguarlo, supongo. —Pienso: en introducirme en metaNET. Rastrear indicios. No. En otra fuente. Más fiable. Una que: suele advertirme con antelación de sobresaltos como éste, permitiéndome eludirlos. ¿Qué falló hoy?—. Pero el traqueteo es demasiado para ponerme a teclear ahora.

Continuará