domingo, 10 de diciembre de 2017

STAR WARS, EPISODIO III — LA VENGANZA DE LOS SITH

Afiche. Parece de DREW STRUZAN.
No estoy seguro
Próximo el estreno de la secuela de la decepcionante EPISODIO VII (porque salgan naves, no es buena), me parece oportuno rescatar para el respetable la película que cerraba la Primera Trilogía, la tan vapuleada, aunque, parece ser, según lo visto en la VII (pésima pese a salir naves), J.J. ABRAMS (¡errr!) va a hacer gloriosa. Y lo espero, porque la Primera Trilogía sufrió el acoso de gente que esperaba ignoro qué grandiespectacular en todos los fotogramas filmados. (No olvidéis que EL RETORNO DE JEDI tiene a los EWOKS, quienes exigen bastante de nuestra indulgencia.)

El contexto sociopolítico en que GEORGE LUCAS, ese hombre tan desagradable (dicen) pero aún más visionario, rueda la Primera Trilogía está empapado de la Gran Cruzada norteamericana contra el Terror Musulmán y un clima de pensamiento dominado por GEORGE BUSH, JR. y su gabinete, quienes exacerban el miedo como recurso electoral y establecen coercitivas normas de vuelo. No queremos más Skyhighs llenos de pasajeros chocando en el Empire State, por ejemplo, normas que imponen a todo el vasto globo.

Ese estado anímico impregna los libretos de la Primera Trilogía. Es menos glamourosa que la Segunda debido a que los tiempos eran diferentes, la ingenuidad mayor, el público de Década 80 amaba más la fantasía. La Primera Trilogía debe enfrentarse a un duro pragmatismo social ineludible.

La galaxia inmensa como nunca, surtida de vastos espacios
y escenarios, envidia total de los
trekkies
Establece la interesante/sutil analogía entre la corrupción que padece ANAKIN SKYWALKER, en ciernes DARH VADER, a manos del avejentado PALPATINE, identidad secreta del Sith Supremo DARTH SIDIOUS, y la inocencia de una generosa Norteamérica de postales pintadas por NORMAN ROCKWELL y los pánicos que impone el insidioso (“sidious”) George Bush, Jr. Lucas entiende que viola la concepción virginal de su nación para retorcer sus grandes poderes para hacer el bien en una cruzada perversa donde su ejército, lleno de su mayor delta de espectadores, libra combates crueles donde ningún botón permite reiniciar la partida.

La venganza de los Sith culmina la larga y retorcida cadena de insidias y maquinaciones en la sombra (que pueden ‘delatar’ a los lobbys armamentísticos y de seguridad que alimentan las campañas electorales de un candidato dispuesto a favorecer sus intereses —algo que OBI WAN, en EL ATAQUE DE LOS CLONES, señala a Anakin—) que transforman la realidad en un manipulado campo de batalla. Lucas transfiere al celuloide aquello que percibe ha sucedido en la política de su patria.

Cierto que ya salía antes, pero... ¿es PALPATINE una
traslación de GEORGE BUSH JR?
Por eso resulta tan desagradable al respetable la Primera Trilogía (nada decepcionante, pese a lo que el ‘selecto’ de SHELDON COOPER disparate en la serie): porque le recuerda demasiado al ahora. Ocurre que en vez de Marines y F-111 ve Stormtroopers y planetas extraños (acaso como el estadounidense corriente contempla al resto del ancho mundo), aunque el subconsciente pulsa sin parar. Sugiere que algo parecido aparece, de modo distinto, en los telediarios.

La Segunda Trilogía, imbuida de un laborioso Viaje del Héroe lleno de misticismo (la Fuerza), es por ese motivo, aparte de la admiración que las décadas transcurridas le han reportado, más grata al espectador. Es más escapista. Por otra parte, el cínico clima laico que están imponiendo podría arruinar la concepción “religiosa” que envuelve a la Segunda Trilogía, porque en alguna parte aparecería algún/a listo/a (¡cómo hay que andar con esto de los géneros!) denunciando que Lucas y YODA pretenden afiliarnos a una secta noséqué, que es un atentado contra nuestras republicanas instituciones laicas y que los niños querrán apuntarse al Opus Dei porque trasunta algo como la Fuerza.

Y, en esa línea, ANAKIN SKYWALKER una analogía de la
Buena Norteamérica podrida por los tipos como Bush, Jr.?
El poderoso festín visual que arropa la película se explica solo. He preferido, empero, destacar estos aspecto sociopolíticos porque son los que permiten comprender mejor la Primera Trilogía y obligaros, espero, a ¡aclamarla! debidamente.