domingo, 11 de febrero de 2018

MARSHAL LAW-LAW IN HELL — O LO RENTABLE DEL INFIERNO

Esta miniserie aparece en la época en
que había hasta hologramas en las
portadas. O eso decían

Como argumento, los inframundos siempre han tenido atractivo; empezando acaso por el rapto de PROSERPINA por HADES, siguiendo con ‘la hazaña’ de ORFEO por rescatar a EURÍDICE del Hades, la historia literaria serpea a través del tema con diversa fortuna.

Quizás el más conocido ejemplo de “simpatía” por el Infierno lo registró DANTE en LA DIVINA COMEDIA. Abundan las alusiones a los Círculos del Infierno y el detalle pormenorizado de las penalidades que allá se padecen. Aunque conviene teorizar esta relación como un esfuerzo salvador impuesto, directa o indirectamente, por la Iglesia.

Debemos ir rectos; no mentir, no pecar, no matar. Porque esta vida es efímera, pese a lo que pueda parecer en ocasiones, y luego, la Eternidad del Vasto Más Allá… Uf. Reino de un Dios que tiende tanto a la cólera destructiva como al perdón absoluto. Pero preferible resaltar más la primera faceta porque, señores, ¿qué detendrá a los impíos del todo/completamente si descubren que no hay Vasto Más Allá de azufre, fuego y tormentos sin fin-sin fin, sino… Nada? ¡La Humanidad se autodestruiría en una semana!

El Infierno, exista o no, se concibe como herramienta de control moral (en especial, por los cristianos; más elaborado, por los católicos) en épocas donde la bestialidad era más notoria que ahora. No obstante… cierto que no adornan las calles los ajusticiados, o sus pedazos… pero la maldad básica que sigue anidando en nuestro seno continúa pulsando vibrante en guerras, violaciones y atrocidades servidas con equívoco recato por la TV.

Lo monstruoso, audaz y provocador del
contenido en este
pinup de KEVIN
O´NEILL,
´nuff said
El esfuerzo de hacer rentable la Industria del TBO (junto a su subsistencia personal) lleva a PAT MILLS y KEVIN O´NEILL a añadir otra rosca al tema del Infierno, siguiendo pautas de CLIVE BARKER y sus CEOBITAS. Todo queda entre hijos de la Gran Bretaña, así que rula la leyenda urbana (por aquello de la disciplina inglesa) de que debe ser una tremebunda historieta (novela gráfica, según el patrón actual) llena de aberraciones fetichistas y salvajadas disparatadas para profundo deleite de los más perversos lectores.

Y ciertamente, aparecen; en los distintos páramos por los cuales pasa el bizarro Marshal Law, víctima de su persistente ODIO por los superhéroes (a los que considera embuste social masivo, pues él pertenece a esa elite y conoce a fondo el Reverso Tenebroso de los tipos con capa), constituyendo además tortuosa incursión a su pasado, que le atormenta sin tregua, más otro visaje lleno de dolorosa amargura a su personalidad.

Es constante este esfuerzo en Marshal Law. La interiorización, el descubrimiento, tipo distinto de Viaje del Héroe, hacia una madurez apenas luminosa, gratificante. Sigue así el patrón impuesto por la Casa de las Ideas, en contraste con los héroes de DC Comics (al menos, hasta que apareció ALAN MOORE), cuyos personajes procuraban mostrarse más humanos que los Supermanes invulnerables o los Batmanes enajenados que lo llevan empero tan bien que dificulta diagnosticarles alguna psicopatía.

Vigorosa leña suministrada con los más
dolorosos intrumentos
Marshal Law cuestiona el papel del Superhéroe. Su rutilante mensaje. El ejemplo moral que pretende transmitir. Y en este Infierno de PINHEAD, descubre que no hay salvación.  Para nadie. Todos los ofuscados por el mensaje de que podrán hacer lo increíble, reciben castigo proporcional al delito. Es amargo, oscuro, retorcido, el contenido total de la obra, metáfora avinagrada compuesta con habilidad, que reitera en que abandonemos toda esperanza de pisar el Paraíso por pías que sean nuestras acciones.

Pese al brutal combate, no hay victoria final, sólo un entendimiento entre entes siniestros que negocian un aplazamiento. Recuérdalo, Marshal: el Infierno te espera tras agotar tus días. ¿Igual que a todos? ¿Es la moraleja, o el incentivo para vendernos el cómic?