domingo, 4 de febrero de 2018

M*A*S*H (SERIE TV) — EL SUICIDIO ES INDOLORO

Basada en una película basada en una
novela, desplazaron la acción a Corea
para disimular que hablaban de la
guerra de Vietnam. Aunque, en
las guerras, pocas cosas cambian

El amplio abanico de producciones seriadas/en serie de la televisión suele arrojar a las costas de nuestro esparcimiento gran variedad de espacios. Oscilan, inevitablemente, entre lo repelente, aburrido, jactancioso, deleznable, a lo entretenido, llegando hasta la máxima expresión de la calidad e interés, logrando dejar honda huella en nosotros.

Pero M*A*S*H con todo honor puede ostentar el galardón a la hipocresía. Podemos tirotear a placer THE A-TEAM o similares, pero al menos eran/son honestas en su planteamiento y concepción. Esto es barato, es esparcimiento de sobremesa, las actuaciones son lamentables, los argumentos pillados por los pelos, los sets se reciclan una vez tras otra porque el presupuesto es bastante limitado, amén. Sin embargo…

M*A*S*H es una de esas series multipremiadas y ¡ensalzadas! por la Refinada Crítica que veía en sus mordacidades todo tipo de censuras a una Sociedad falocrática, belicista/atlantista conservadora aún más de Derechas que propugnaba la reacción y el retrogradismo racial/HomX. Su principal baza, empero, seguía siendo su mensaje antibélico, uno de esos documentos palpitantes contra la Guerra y su general desperdicio e inmoralidad.

Estos simpáticos alcohólicos llevan la trama hasta extremos
insospechados. Eso de médicos alcohólicos debería ya
preocuparnos. Sin embargo, la gente también lo toleraba
Surge durante la derrota de EE.UU. en Vietnam. Un puñado de campesinos asiáticos menudos mal armados había breado a Norteamérica. Imagino qué poderosa humillación debió constituir para esa potente maquinaria bélica cuyo colofón era/es la Bomba H. Con razón enajenó de tal manera a la nación más poderosa de la Tierra. Y olvido que RAMBO, expresión del guerrero sufrido aunque invencible, participó en la contienda…

No estaban los tiempos, hay que resaltar, para Hazañas Bélicas. El pensamiento general de la Sociedad era más crítico con las acciones marciales. Y más con las que los telediarios servían en horas sensibles de la programación. El mundo se cuestionaba más la utilidad de una guerra a mil millones de millas de casa, en un país donde ellos no pintaban nada.

Pero siempre resalta ese mensaje antibélico en el cual M*A*S*H fracasa sin piedad. Porque ¿ustedes pretendían convencer al ancho mundo y su parroquia local de lo espeluznante que es la Guerra? ¡Pues muestren las lesiones del combate en toda su cruda desnudez! Pues lo que enseñaban eran pecosos jovencitos (viejos como un nudo, por otra parte) muy bien aseados (hasta los que llegaban in extremis en ambulancia) que despedían salud y determinación de reanudar la juerga ¡otra vez!

Otra constante de la serie era criticar la incompetencia del
Alto Mando. Mira, en esto no andaban desacertados
De haber filmado las castraciones que los soldados pueden sufrir por impacto de metralla o balas perdidas, las terribles mutilaciones de las explosiones de las bombas, la piel abrasada de los heridos por Fuego Infernal en una serie tan popular, verías cómo la afiliación al Ejército iba a caer. En picado. Sólo contarles que su instrumento de orinar podía ser rebanado por un casco de metralla, convencería a muchos a quedarse en casa.

No. Todo limpio. Pulcro. Tanto por la época como por una TV ñoña donde prohibían la palabra “preservativo”. ¿No querías inculcar el error fatal que es la Guerra? Incide en sus desastres. Triunfarás. Sin embargo, constriñen su barbaridad a las aventuras amorosas que sostienen médicos casados y enfermeras. Los doctores humoristas protagonistas desuellan al beato belicista FRANK BURNS por su infidelidad con la jefe de enfermeras, pero ¿y ellos? Dos al menos estaban casados. ¡Y eran infieles!

El peor monstruo de la guerra de Corea: FRANK BURNS
Abstenerse de mostrar el brutal trauma de la Guerra, ensalzando la infidelidad marital, es la hipocresía que condena a M*A*S*H. Era tolerable, repito, poner cuernos a sus esposas, pero inadmisible si lo efectuaba Burns. Repugnante. Y lo veía bien su grey de telespectadores. Deja de ser divertida esta serie, cuando la contemplas así.